¿Dónde viajar este verano? 3 Destinos turísticos sostenibles para tus vacaciones.
Actualizado: 24 nov 2022
Nuestro planeta está repleto de lugares maravillosos. Lugares que parecen de película. Lugares únicos. Y decimos únicos, porque no hay ni una copia válida para cada uno de ellos. No existen dos Cataratas del Niágara. No existen dos ríos Nilo. Tampoco existen dos Everest. Cada enclave de nuestro mundo tiene su propia magia que lo hace distintivo a los demás.
Existen países que ponen especial atención a cuidar estos lugares. Y no solamente esto, sino que también se preocupan particularmente de las personas y animales que los habitan. La sostenibilidad se ha convertido en un aspecto fundamental para el crecimiento y supervivencia de nuestra sociedad y nuestro planeta, pero son pocos los países que lo ponen en el verdadero centro de la ecuación.
Así que si estás pensando qué hacer este verano (o para irte de vacaciones en cualquier fecha del año) y quieres viajar de manera sostenible, te enseñamos 3 destinos turísticos sostenibles para hacerlo. ¡Descúbrelos todos en B TOKI!
Visita Costa Rica, un país de ecoturismo y sostenibilidad

Nos desplazamos a América Central, a uno de los países con mayor biodiversidad de flora y fauna de la Tierra. Estamos hablando de Costa Rica, un país que abraza la costa del Pacífico a la vez que del mar del Caribe, y conocido por su infinidad de volcanes, parques naturales, playas paradisíacas, actividades en la naturaleza y gente que respira Pura Vida.
Viajar a Costa Rica es conectar contigo, conectar con las personas y conectar con el entorno natural que te rodea. Pero, ¿cómo lo logra para promover un turismo sostenible?
Lo más característico de esta región es que la sostenibilidad está dentro de cada uno de los habitantes de ella. Como dirían algunos, es un estilo de vida. ¡Y tanto que lo es! Su gente se enorgullece de poder mantener unos espacios naturales a salvo de su deterioro medioambiental, así como les encanta conectar con los seres humanos y construir experiencias emocionales y auténticas. No obstante, el gobierno tiene un peso importante, pues ha sido clave para poder transformar las aspiraciones de un país en una realidad.
El Gobierno promueve un turismo responsable y de proximidad a nivel internacional, pero muy importante, a nivel nacional también, pues cada persona que pisa el territorio debe saber que se encuentra en un país único donde su cultura, sus tradiciones y su esencia, marcan el ritmo del paso. En la misma Web Oficial de Turismo de Costa Rica, basan la manera de viajar en unos valores que se alejan del turismo masificado. Energía, Armonía, Vida, Conexión, Esencial y Emoción llaman al turismo slow, dónde saborear y valorar cada momento es lo que te proporcionará una estancia inolvidable.
El país centroamericano, además, tomó una decisión implacable hace más de setenta años, donde decidió carecer de ejército para invertir tal presupuesto en educación, asistencia social y protección al medio ambiente. El resultado ha sido majestuoso. Gracias a las distintas medidas aplicadas a la conservación de su hábitat natural, Costa Rica goza de poseer alrededor del 5% de la biodiversidad terrestre y el 3,5% de la biodiversidad marina del mundo entero (exacto, del mundo entero).
El 30% de su espacio natural está protegido por las bases del Sistema Nacional de Áreas de Conservación; el 93% de su electricidad es producida mediante energías renovables y ha conseguido revertir un problema que afecta a muchísimos países (sobre todo tropicales) como es la deforestación. Hay algo que también ocurre en Costa Rica que no es de menospreciar, y es que a diferencia de otros destinos de carácter tropical, los típicos resorts grandiosos y famosos por su ‘’todo incluido’’ delante de las playas no existen. Por otro lado, una gran cantidad de alojamientos, agencias de viajes y operadores turísticos del país son participantes del programa CST (Certificación de Turismo Sostenible), lo que consigue que el desarrollo de este tipo de turismo se consiga de un modo más sistemático. Finalmente, Costa Rica ha invertido una gran cantidad de recursos y esfuerzos en promocionar el turismo rural y promocionar la gastronomía local y los productos artesanales de la zona.
Suiza, el país más ecológico del mundo

Suiza se posiciona como un auténtico país líder de sostenibilidad. Desde hace múltiples años ha ido ocupando las primeras posiciones en relación a ránkings elaborados por instituciones certificadas, y así lo demuestra el Índice de Desempeño Medioambiental de 2020, dónde Suiza acabó en tercera posición a solo un punto de Dinamarca y Luxemburgo. Este índice mide aspectos como la contaminación del aire, la biodiversidad, la gestión de los recursos naturales y la calidad del agua entre otras métricas directamente relacionadas con la salud medioambiental.
Si viajas a Suiza, viajas directamente a la reserva natural de agua de Europa. Con hasta casi 1500 lagos y una infinidad de ríos majestuosos como el Rin, el color azul de las aguas dulces bañan un paisaje que se materializa con espectaculares montañas de fondo. Suiza es naturaleza. Es respirar aire puro. Es paz y tranquilidad. Incluso cuenta con hasta 19 parques que ocupan una octava parte de su superficie terrestre. No te puedes perder sus increíbles valles como el Valle de Lauterbrunnen; sus sofisticadas ciudades como Ginebra o Berna; sus pintorescos pueblos como Friburgo o Gruyères; o sus inacabables actividades en su más pura naturaleza como acercarse a lagos como el Blausee o adentrarse en sus impresionantes montañas como Jungfrau. ¡Por no hablar de su gastronomía! Esos quesos…
Pero, ¿cómo hace este país para mantener estos índices de sostenibilidad tan óptimos a la vez que ofrece una experiencia tan única a los viajeros? ¡Empecemos!
Básicamente la mayor parte de la riqueza de Suiza procede de la naturaleza, por lo que si quieren mantenerla, deben proteger al máximo todo lo que les rodea. Uno de los aspectos que más caracteriza a Suiza es la movilidad dentro de su territorio. No verás coches yendo de un lado a otro, ni tampoco aviones volando encima de tu cabeza. Esto es así porque Suiza cuenta con uno de los mejores y más eficientes sistemas de transporte público del planeta. No solamente te permiten desplazarte de una ciudad a otra, sino también te llevan a lugares escondidos y más remotos, rodeados de completa naturaleza, en las que uno solamente pensaría que es posible aterrizar allí en helicóptero, andando o en un 4x4.
Los coches no solamente desaparecen en muchas rutas de carretera, sino también en algunos pueblos y ciudades. ¡Exactamente! Con el fin de garantizar una mayor calidad de vida a sus ciudadanos (en cuestión de calidad del aire o contaminación acústica), algunos destinos son ‘’car free’’.
Otro aspecto muy interesante es el hecho de que exista agua potable en casi todo el país. Esto beneficia de una manera muy positiva al reciclaje de botellas, pues gracias a poder ir rellenándolas vayamos donde vayamos, nos permite darle más de una vida a estas. ¡Por algo Suiza es el país de las mil fuentes!
No nos podemos olvidar de su gastronomía. Suiza cuenta con magníficos productos locales como sus quesos como el Gruyere o sus vinos como los que provienen de los viñedos de Lavaux. Es un país con una riqueza enorme de alimentos autóctonos, y lo mejor de todo es la manera en la que los promocionan dentro del país. Suiza cuenta con el récord mundial de consumo per cápita de productos ecológicos y sus minoristas son líderes de sostenibilidad (acreditado en los estudios y rankings).
Finalmente, queremos comentar también la importancia que ha tenido en el desarrollo de la política medioambiental de Suiza la aprobada (hace 125 años) Ley Federal sobre el Bosque, la cual dicta que la superficie de los bosques de su territorio debe mantener al menos su extensión (cabe recordar que una tercera parte del país es bosque). Además, también ha sido crucial su estrategia de apuesta por las energías renovables.
Singapur, de la crisis medioambiental al milagro ecológico

Acabamos nuestra lista con una sorpresa que proviene del sudeste asiático. ¿Y por qué decimos sorpresa? Pues básicamente porque si alguien nos hubiera dicho hace 50 años que Singapur se convertiría en un ejemplo de transición hacia un modelo de ciudad sostenible no lo hubiéramos creído.
Hoy en día cuando nos preguntan por Singapur pensamos en un país desarrollado, lleno de tecnología y crecimiento, con edificios y construcciones disruptivas nunca vistas antes, y con una propuesta de ocio tan interesante como variada. Pensamos en los Gardens by the Bay (con su espectáculo de luces en sus árboles de más de 50 metros de altura), en Marina Bay Sands (uno de los hoteles más famosos del mundo y considerado el mejor mirador de la ciudad) o el S.E.A. Aquarium (el más grande del mundo con 100.000 animales marinos). Singapur es sinónimo de crecimiento, evolución, innovación e imaginación. Su objetivo es no dejar indiferente a nadie, ¡y vaya si lo consigue! Es un lugar irrepetible tanto para los viajeros como para sus habitantes. No obstante, el país no ha llegado a esta situación de la noche a la mañana…
En la década de los 70, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) llegó a clasificar Singapur como un auténtico ‘’desastre ambiental irreparable’’. La ciudad sufría de sobrepoblación. La gestión de los residuos era ineficiente. Existía una masificación de embarcaciones haciendo escala para atender sus sistemas de refrigeración. Encontrábamos un descontrolado tráfico tanto en la misma ciudad como en los ríos. Los niveles de contaminación acústica y del aire estaban desorbitados. Parecía una situación ingobernable que acabaría llevando el país al absoluto caos.
Sin embargo, el país decidió dar un vuelco a su presente. Reflexionaron hacia dónde querían dirigirse y plantearon un cambio de dinámica hacia un modelo ecológico y sostenible. Sus motivaciones eran claras: la primera, llevaría a mejorar la salud pública de la sociedad; la segunda, convertiría la ciudad en un destino más atractivo para el turista internacional, aumentando así las tasas de empleo de los sectores relacionados y la inversión extranjera.
La transición se llevó a cabo en base a dos etapas claramente diferenciadas. La etapa 1 conllevaba limpiar y reciclar la ciudad. Se concentraron esfuerzos en limpiar las calles y los ríos de basura y aplicar medidas inmediatas para reducir la contaminación. La etapa 2 se centraba en educar a los ciudadanos, una acción muy necesaria para garantizar que el modelo fuera viable a largo plazo.
Así pues definieron de una manera muy clara su enfoque para convertir Singapur en una ciudad sostenible. Gracias a un gran cambio de mentalidad, se estableció una política proactiva y pragmática, liderada por unos fundamentos sólidos relacionados con la economía y la ciencia, una proyección a largo plazo y una efectiva intención de movilizar a la sociedad para que dieran su apoyo al nuevo modelo propuesto por el gobierno.
El país empezó a crear el proyecto ‘’Singapur, ciudad en un jardín’’, con el objetivo de mejorar el bienestar de la población creando vegetación en los espacios públicos. Se plantaron una infinidad de árboles y en las últimas décadas las avenidas se han equipado de puentes ecológicos (diseñados para que las aves puedan desplazarse del Parque Nacional a otras zonas naturales de la urbe). Se diseñó Marina Bay de tal manera que pudiera convertirse en una reserva enorme de agua potable. Se crearon los Jardines de la Bahía, un enclave único ubicado encima del mar, en el que 101 hectáreas de carácter artificial se elevan para manifestar un emplazamiento lleno de naturaleza. 18 árboles de hierro que llegan a alcanzar los 50 metros de altura se alzan para albergar una extensa flora y fauna, así como para absorber energía solar y agua de las lluvias que sirven para aprovisionar al propio recinto.
Estas medidas han venido acompañadas de leyes que han sido claves para garantizar que los objetivos se alcancen. Por ejemplo, la ley Parks and Trees Act obligaba a toda agencia privada y pública a destinar espacios verdes en sus proyectos y edificaciones. También se dictó que por cada metro cuadrado de nueva construcción era imprescindible dedicar uno en espacios con árboles y demás tipo de vegetación (lo que explica que encontremos espacios verdes en centros comerciales u hoteles). Por no olvidarnos de la ley que decía que cada hogar y comercio debía disponer de un cubo de basura o la que aumentaba los impuestos a las entidades y organismos que más residuos generaban.
No obstante, la ciudad ha estado experimentando un reto importante como lo es el número de habitantes que la habitan y su densidad. Dada está situación, para poder mantener los planes gubernamentales se ha llamado a la creatividad y a la innovación. La única manera de poder seguir garantizando un ratio deseado de espacios ecológicos y verdes en Singapur ha sido la de combinar con atrevimiento e imaginación arquitectura y flora. Por esta razón no es de extrañar encontrarse en la ciudad vegetación en lugares insólitos e insospechados como en las partes más elevadas de los edificios, en sus zonas laterales o incluso en su estructura interior.
No existen barreras para un país con una ambición constante por convertirlo en un enclave referente mundial como destino innovador, avanzado y ecológico.
Países ecológicos, la clave para fomentar con éxito el desarrollo del turismo sostenible
Con esto apreciamos la importancia que tienen los países desde sus propios gobiernos para que exista un impacto relevante en la transformación del turismo sostenible. Cuando ponemos la sostenibilidad como forma de vida y como clave estratégica del país, volcamos a toda una comunidad a poner esfuerzos para que se consigan los objetivos marcados. Gracias a esto, es posible construir lugares únicos, que preservan la vida, la cultura, la naturaleza y su autenticidad, y protegerlos de un posible turismo masificado en busca de la foto perfecta. La verdad es que, si conseguimos que estos enclaves permanezcan con todo su esplendor, ¿a casa la foto no será mejor?
En B TOKI queremos promocionar el impulso del desarrollo del turismo sostenible desde la acción de los ciudadanos y las empresas. Sin embargo, en el futuro queremos acercarnos más a los gobiernos, pues son una pieza fundamental, por no decir la más importante, para que el turismo sostenible sea una realidad. Los individuos y el tejido empresarial necesitan que exista una alineación de objetivos, pautas y rutas con los gobiernos para fomentarlo. Porque si no remamos en la misma dirección, ¿hacia dónde vamos?